七 転 び 八 起 き (nanakorobi yaoki) es un proverbio japonés cuya traducción literal sería: caído siete veces, levántate ocho. Fallar en algo no es necesariamente malo. Nos obliga a crecer y probar cosas que están fuera de nuestras zonas de confort que no hubiéramos pensado de otra manera. La gente a menudo ve el fracaso como un extremo absoluto. Si uno nunca ha fallado en su vida, entonces, ¿cómo puede aprender de sus errores? Si te caes, aprende a levantarte. Si te caes esta vez, aprende a caer hacía adelante la próxima.
Con esta premisa filosófica queremos reflexionar sobre la situación actual, plantar una semilla de cambio para el futuro.

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¿Alguna vez has pensado en cuánto han afectado nuestras vidas los desastres ambientales de los últimos años? ¿Cuánto estamos descuidando nuestro planeta para dar espacio a la continua necesidad del ser humano de producir, construir, generar ingresos? Todos los días hacemos gestos y acciones que tienen el propósito de cuidar algo o alguien: abrillantamos los zapatos, damos de comer al perro, hacemos la limpieza de la casa, regamos las plantas. ¿Por qué no reservamos el mismo cuidado para el planeta? Pues bien, imaginemos la Tierra como un Bonsai.

El bonsai es una planta que requiere mucha atención para que crezca de la manera más saludable posible. En sí mismos, no son recursos particularmente complicados y eso, si se aplica correctamente y con la dedicación adecuada, puede hacer que tu planta crezca armoniosamente. El mismo principio se aplica a la Tierra: pocas reglas, pero no menos efectivas. La recogida selectiva, la reducción de plástico al mínimo necesario, el consumo de productos KM 0, son solo algunos de los simples detalles que debemos tener en cuenta si queremos que el planeta continúe funcionando.
Comencemos a pensar en tener que tratar a la madre naturaleza como un pequeño y precioso bonsái.
En este sentido, citamos el libro Economia Azul, de Gunter Pauli, que propone un nuevo modelo económico eco-sostenible basado en la circularidad de los flujos de materiales, en contraste con la lógica lineal de aumentar el consumo:
En una inspección más cercana, aquellos que son celebrados como triunfos por el pensamiento económico, que los alinea en las estadísticas sobre el PIB y el crecimiento, con frecuencia resultan ser fenómenos completamente irracionales. Usando maquinillas de afeitar desechables, arrojamos cientos de toneladas de titanio cada año, extraídas en minas del otro lado del mundo y procesadas a temperaturas muy altas con enormes costos energéticos y ambientales. Cuando tomamos café, valoramos solo una fracción mínima de la biomasa de la que se produjo: el resto lo tiramos a la basura donde genera gases de efecto invernadero y daña los suelos. Para purificar el agua, a menudo descargamos productos químicos que son perjudiciales para la vida acuática en los ríos y en el mar. Cortamos millones de árboles para satisfacer nuestras necesidades de papel, y cuando lo hemos usado todavía reciclamos una fracción mínima … Los ejemplos podrían continuar, pero está claro que la humanidad desperdicia demasiada energía y materiales, y al hacerlo, emite demasiados gases de efecto invernadero. El principal responsable de este estado de cosas es el modelo económico dominante, basado en una lógica lineal de aumento del consumo. Se necesita un punto de inflexión, y esto puede provenir de la economía azul teorizada y aplicada por Gunter Pauli. Centrado en la imitación de los ecosistemas y la circularidad de los flujos de materiales; En los últimos veinte años ha inspirado a miles de empresarios.